
Estos seres así concebidos eran 'divinos', e Hijos de los Dioses, y al morir ascendían a su casa celeste en cuerpo y alma, o sobre la escalera del Arco Iris. Por eso es que las pirámides no guardan restos, a pesar de ser tumbas.
Esa superioridad obedecía a los mandatos antiguos de sabiduría y conocimientos.
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